Martín Caparrós: "El Interior"

A continuación, el simulacro de la primera evaluación parcial del Taller de Expresión I (Cátedra Reale). La consigna: Leer atentamente el siguiente pasaje de El interior, de Martín Caparrós, y, teniendo como punto de partida las preguntas que se plantean a continuación, escribir una interpretación del relato que integre las respuestas de un modo coherente.
He estado muchas veces en las cataratas, pero cada vez me maravillo igual. En realidad, siempre me pareció uno de los lugares más extraordinarios del mundo: uno de los dos o tres espacios argentinos que no tienen equivalencia en ninguna otra parte. Y sigo convencido: hay pocas situaciones  históricas que envidie tanto como aquella tarde de Cabeza de Vaca.

Álvar Núñez Cabeza de Vaca fue, entre otras cosas, uno de los mejores narradores españoles de su tiempo. Pero es probable que a nadie le haya importado mucho o que  ni siquiera lo supiesen: la relación de sus andanzas —sus Naufragios— recién fue publicada en Valladolid en 1555, dos años antes de su muerte. En ese libro, Núñez contaba cómo había recorrido solo, a pie, entre 1527 y 1537, veinte mil kilómetros de la Florida y México. Ahora —tiempo de autopistas— podría pensarse como una gran hazaña. Pero su relato, como casi todos, sólo se justificaba por el fracaso de su intento: "... (querría) que no tuviera yo necesidad de hablar para ser catado entre los que con entera fe y gran cuidado administran y tratan los cargos de Vuestra Magestad y les haze merced...", escribió, en el proemio de su obra.

Las versiones difieren sobre la forma en que consiguió, a la vuelta de su viaje interminable, el nombramiento de  segundo Adelantado del Río de la Plata. Tampoco es fácil imaginar por qué, después de tanta, aún quería más sopa. Lo cierto es que, en 1540, Carlos V lo comisionó para que conquistara y poblara estas tierras. La empresa empezó difícil: no había quién quisiera ir a esos confines donde la gran expedición de Mendoza había fracasado. Sus tres barcos zarparon de Cádiz en diciembre de 1540, y otra carabela se les unió en Canarias; en marzo de 1541 estaban en la isla de Santa Catalina, en el Brasil. Allí sobrevivía una colonia de españoles huidos o naufragados, que le contaron que Ayolas había muerto y Buenos Aires poco menos; Álvar Núñez decidió evitar el puerto malhadado. Su hermano Pedro llevaría los barcos por la vía habitual; él iría a descubrir, que era lo suyo. Tras seis meses de preparativos  y exploraciones breves, Núñez salió hacia Asunción por la ruta terrestre inexistente: tendría que caminar más de mil kilómetros de misterios. Llevaba doscientos cincuenta soldados armados, veintiséis caballos y cantidad de indios: su periplo duró seis meses y fue uno de los viajes más alucinantes de una época de viajes imposibles.

La caravana atravesó llanuras infinitas, selvas desorbitadas, torrentes y montañas: "Yo caminé siempre a pie y descalzo por animar a la gente a que no desmayase porque además del trabajo en el desmontar, hacer caminos y puentes para pasar los ríos, que fueron muchos, padecimos grandes penurias…” escribió Núñez en sus Comentarios. Los indios los guiaban e instruían: cómo comer insectos, por ejemplo: "...en los canutos de las cañas  había unos gusanos blancos, tan gruesos y largos como un dedo, los cuales las gentes freían para comer y salía de ellos tanta manteca que bastaba para freírse muy bien y los comían toda la gente y los tenían por muy buena comida". En enero de 1542 les tocó uno de los momentos más extremos de toda la conquista: darse de boca, sin anticipos, sin poder preverlo, con las cataratas del Iguazú. "E yendo por ese río Iguazú abajo, era la corriente de él tan grande, que corrían las canoas con mucha furia; y esto causólo que, muy cerca de donde se embarcó, da el río un salto por unas peñas, abajo muy altas y da el agua en lo bajo de la tierra tan grande golpe que de muy lejos se oye...", escribió después Núñez, casi austero.

Yo imaginé ese momento tantas veces. Hoy, habiendo visto tantas fotos, sabiendo cuál va a ser la maravilla, las cataratas siguen impresionando al que las mira; entonces, aquellos soldados caminaban por la selva sin saber hacia dónde, muy perdidos, y oyeron de pronto un ruido que fue creciendo hasta hacerse infernal y temblaron de miedo ante las puertas del final y se encontraron de pronto con el espectáculo de la caída perfecta: nada más suntuoso.

Como dicen los americanos: I’ve been places, estuve en lugares. No recuerdo lugar en el mundo que me parezca más impresionante. […] –Martín,  yo soy de acá, míralo bien, porque es algo que sólo vas a ver en Argentina. Hace un rato que miro pasar gente: nadie sin su cámara. […]

–¿Ya le sacaste a ésta?
–No, no le saqué.
–Pero si es la mejor, Alicia, la más linda.
–Ay, che, la que estuvimos antes era mucho más linda.

Los turistas tienen –gran mayoría– zapatillas nuevas. Supongo que la diferencia es que la naturaleza suele mostrarse, salvo en las catástrofes, pasiva. Miramos la naturaleza como paisaje, como escenario inmóvil. Aquí el escenario se hace actor, se pone en escena a sí mismo, representa la ópera de su fuerza extrema, todo el tiempo, controladamente. Es amenaza pura, el mafioso que muestra la pistola para decir si quiero te destrozo: aquí la naturaleza advierte lo que podría hacer en cualquier momento, en cualquier falla.

Caparrós, Martín; El interior, págs. 128-131


1. Reconstruir la escena narrativa a partir de los indicios que ofrece el relato: quién narra, a quién se dirige, en qué circunstancias se desarrolla la narración. Caracterizar brevemente  la figura del narrador.
2. ¿Qué función cumple el relato del descubrimiento de las cataratas del Iguazú en el marco de esta crónica? Analizar el efecto que produce la introducción de las citas textuales de los Naufragios y los Comentarios de Álvar Núñez Cabeza de Vaca.
3. En este pasaje aparecen distintas clases de viajeros: caracterizarlos y analizar el efecto de sentido que produce el contraste entre ellos.
4. En El viaje imposible, Marc Augé sostiene que “tal vez una de nuestras tareas más urgentes sea volver a aprender a viajar, en todo caso, a las regiones más cercanas a nosotros, a fin de aprender nuevamente a ver”. ¿De qué manera puede relacionarse esta observación con el proyecto de escritura que se materializa en el libro El interior de Martín Caparrós? ¿De qué modo se vinculan aquí viaje y escritura?

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